Ayer en el albergue se presentó un cachorro. Sentí los ladridos de Pirata y de Kira, y cuando fui a ver que pasaba me encontré un pequeño cachorro, el cual me dio la impresión de que lo abandonaron. Cuando lo libré del acoso de los bodegueros daba saltos de alegría y me cogió como su dueño porque no paró de festejarme ni de estar ni un momento a mi lado.
Victor jugó mucho con él, y empezó a cogerle cariño. Yo no quiero animales en casa, porque para mi supone una obligación, un gasto y un compromiso, que la verdad, no me gusta tener. Quizá mi poco apego a los animales ayer cambió de repente cuando el pobre animal, a la hora de irnos estaba debajo del coche, y sin ser consciente lo herí con la rueda delantera derecha. Apenas se movía, y de la impresión hasta vomitó. No podía mover sus patas traseras y respiraba con dificultad.
Decidimos llevárnoslo a casa y ver en la tarde que hacer. Llamamos a la Policía Local del pueblo para ver como nos podían ayudar. Juan, que es un gran profesional, vio primero que no tenía chip, y segundo nos recomendó que nos pusiéramos en contacto con El Arca de Noé, un refugio para animales donde acogen y asesoran sobre que hacer en estos casos.
Me puede en contacto con el Arca, y enseguida me respondieron y me recomendaron llevarlo a la clínica Veterinaria VESTICOR (Calle María de Molina en Córdoba). Así hice y lo llevé, y la atención fantastica.
Esta tarde, cuando le escribo a la chica de enlace entre la clínica y el Arca, me comenta que Milagro (fue el nombre que le puse al cachorro cuando lo llevé) había fallecido porque eran muy grabes la lesiones que tenía, y no aguantó la operación.
Nunca me había sentido tan triste y culpable por un animal como con Milagro, siento querido amigo lo que te hice, a pesar de haber sido sin querer. Estés donde estés espero que todo te vaya bien y seas capaz de perdonarme.
Gracias a Dios y a él, se me ha despertado esa sensibilidad que tenía escondida hacía cualquier ser vivo, todos tenemos el mismo derecho a vivir. Te echaré de menos
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